Uno de los principales elementos de estudio en las ciencias económicas son las transacciones entre entidades privadas. Desde esta área se investigan cuáles son las instituciones que permiten llevar a cabo estas transacciones o intercambios y las consecuencias económicas para las partes involucradas.
Su estudio ha sido tan importante que para muchos economistas deberían ser la unidad básica del análisis económico. Por ejemplo para Ronald Coase, premio Nobel de Economía en 1991, el estudio de los mercados, las firmas y los individuos debe ser un micro análisis comparativo enfocado en las relaciones económicas sostenidas, sus transacciones; en vez de los resultados económicos.
En las transacciones económicas un objeto de estudio clave son los costos de transacción. Estos son costos en los que incurren compradores y vendedores para poder llevar a cabo sus intercambios y son determinados en gran medida por las instituciones de la sociedad, entendidas como las reglas de esta.
Algunos ejemplos de costos de transacción son comisiones, gastos bancarios, traducciones o problemas de comunicación, costos de transporte, costos de vigilancia, impuestos entre otros.
Entre estos costos sobresalen los costos de información. El desconocimiento de los compradores sobre el mercado del producto que intenta adquirir es un costo para ellos. En muchos mercados donde la competencia es imperfecta las empresas venden a precios mayores a los de equilibrio aprovechando el desconocimiento de los compradores sobre la calidad u otras marcas o bienes sustitutos más baratos. Hay asimetría en la información.
Para los compradores no es que sea imposible conocer la información que les permita hacer mejores compras, pero sí implica un problema de inversión de tiempo adicional para investigar los mejores precios y calidades de productos. Investigaciones que pueden no ser útiles y terminar siendo un desperdicio de tiempo y dinero.
La información relevante, por lo general, la tiene el vendedor quien conoce más sobre el mercado que el comprador. Sabe más de las especificaciones y calidad del producto que vende, los precios de los competidores, beneficios, posibles promociones etc.
Además, las empresas también pueden usar publicidad engañosa o sugerente o bombardear a los consumidores con información superficial para ocultar información importante aprovechándose de la ignorancia técnica de los compradores. En últimas se vuelve muy difícil distinguir entre un producto de buena calidad y uno que no lo sea.
Por eso muchas empresas, en especial las que cuentan con instalaciones físicas, aprovechan el desconocimiento del mercado de las personas y ofrecen productos a precios más caros.
Por ejemplo, es común que los concesionarios de carros vendan a precios mayores a los encontrados en portales de internet aprovechando el desconocimiento, la ignorancia técnica o la displicencia de las personas para hacer la búsqueda y comparación en internet u otros medios. También es común este comportamiento en tiendas de smartphones, electrodomésticos, videojuegos, computadores, ropa, calzado etc.
Sin embargo, gracias a la ampliación del acceso de servicios digitales y el surgimiento de soluciones informativas muchas más personas puedan hacer investigaciones concluyentes sobre las mejores ofertas de cualquier producto inimaginable.
Ya la información de mercados no es tan costosa como solía serlo. Los costos de hacer compras informadas son cada vez menores. El internet y muchos portales útiles han reducido enormemente las asimetrías de información entre compradores y vendedores.
El internet ayuda a los compradores a recuperar parte del poder de mercado que finalmente les permite comprar mejores productos y más baratos.
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